En pádel hay remates ganadores, víboras bien dirigidas, remates desviados, voleas afiladas, recuperaciones improbables. Pero hay un tema que rara vez se aborda y, sin embargo, es fundamental: La dificultad de encontrar un compañero con el que juegues bien... y con el que te sientas bien.

Porque detrás de la construcción de un punto, a menudo hay otra construcción, mucho más compleja: el de un par sólido.

La ilusión de la pareja ideal

Todos soñamos con una pareja complementaria. El que juega por la izquierda si estamos por la derecha, el que golea cuando estamos en dificultad, el que tranquiliza cuando dudamos. Mejor aún: un compañero que adivine nuestras intenciones sin que tengamos que hablar, que nunca levante la voz y que siempre tenga una palabra de aliento, incluso después de que una bala impacte en la ventana.

Este socio existe. Lo vemos al revés, en el par que nos sitúa 6/1 6/2 en el cuarto de P500. Se llaman por su nombre de pila, chocan los cinco en todo momento y parecen tener una verdadera relación de confianza. Es hermoso, pero (todavía) no somos nosotros.

El campo, este revelador

El pádel tiene la particularidad de no tumbarse nunca durante mucho tiempo. Siempre acaba apareciendo una incompatibilidad de juego o de personajes. Basta un globo mal medido, un “salir” mal entendido o un punto mal negociado para que la tensión aumente.

Los intercambios se hacen más breves, las miradas más insistentes, los silencios más pesados. Y a menudo, la frase cae: “Creo que no tenemos las mismas formas de jugar”.
Probablemente no volveré a jugar contigo la semana que viene.

Pádel, o el arte de las citas rápidas deportivas

Porque sí, en los clubes es un poco como un reality show: probamos, hacemos pruebas, cambiamos. Nos escribimos por WhatsApp, agendamos un entrenamiento, un torneo. A veces funciona, a menudo no. Y partimos nuevamente en busca de la pareja ideal.

Hay quienes quieren "comprometerse con la temporada", quienes "sólo buscan un P1000", quienes "están dando un paso atrás respecto a la competencia" y quienes "están jugando con un amigo mientras esperamos y vemos".

¿Y si a veces el problema somos nosotros?

Porque en el fondo también nosotros tenemos que plantearnos la pregunta: ¿somos nosotros mismos un buen socio?
¿Somos capaces de aceptar los errores de los demás sin poner los ojos en blanco? ¿Alentar incluso después de una serie de errores? ¿Adaptar tu juego, hacer concesiones, ser fiable en los momentos clave?

Lo cierto es que la relación de pádel es tan exigente como una relación romántica. Requiere comunicación, escucha, paciencia y, a veces, un poco de suerte.

Una búsqueda interminable… o casi

Encuentra un compañero con el que juegues bien et Con quién te sientes bien es una aventura en sí misma. Algunos lo consiguen, otros todavía están buscando. Pero eso es también lo que hace que este deporte sea tan especial: esta búsqueda constante de equilibrio, alquimia y complicidad.

Así que si un día alguien te propone hacer un torneo “a ver qué pasa”, no descartes la idea demasiado rápido. Quizás aún no sea tu pareja perfecta, pero podría ser un comienzo. Y después de todo, Toda historia hermosa suele comenzar con un primer partido un poco vacilante..

Franck Binisti

Franck Binisti descubrió el pádel en el Club des Pyramides en 2009, en la región de París. Desde entonces, el pádel forma parte de su vida. Se le ve a menudo recorriendo Francia cubriendo los principales eventos del pádel francés.

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