No hay nada más parecido a un partido que padel que un juego de padel. ¿Parece obvia esta observación? Si y no.

Nada supera al partido en las gradas

Porque ver un partido en tu móvil, tu ordenador o incluso en una pantalla gigante no tiene nada que ver con el mismo partido que sigues en directo, al borde del campo. Y cuando el terreno de juego es la pista central del Palau Sant Jordi de Barcelona, ​​el espectáculo está en todas partes, en la pista, en las gradas e incluso entre bastidores.

La diferencia está en primer lugar en la velocidad de la pelota, la velocidad de movimiento de los jugadores o la altura a la que son capaces de saltar para recuperar una pelota. Pero la diferencia es también y sobre todo lo que las cámaras -aunque ofrezcan cámara lenta como plus- no muestran ni captan menos que el ojo humano.

Uno piensa allí en esta multitud de detalles más o menos insignificantes, como uno de los cuatro coleccionistas que cae repentinamente de su silla al ver una bola derritiéndose sobre él, esos globos que a veces se elevan hasta 15 metros de altura en una habitación cuya bóveda familiar a la de las catedrales góticas, o incluso la silla del árbitro situada a más de cuatro metros del campo, demasiado lejos para permitir decisiones siempre infalibles.

Y luego, por supuesto, están las reacciones del público, que a veces sentimos prisa por pasar al siguiente partido después de más de tres horas de cuartos de final pero emocionante, a veces ansioso por encenderse cuando una pareja ultra dominada ofrece una explosión de resistencia, prometiendo algunos juegos más, incluso un tercer set lleno de suspenso...

Reacciones que no siempre percibimos detrás de su pantalla

Un público que solo pide comulgar en momentos de locura, cuando un jugador -Juan Lebron en este caso- es heroico en defensa y concluye un punto después de haber jugado un balón en la espalda, otro entre las piernas. Y luego está este espectáculo inusual de ver a Lebron volver a la infancia por un momento, cuando envía un globo al fondo de la ventana, luego se congela y se lleva la mano a la boca, como un niño que cometió un gran error. . Al momento siguiente, se vuelve hacia su entrenador, incrédulo, ¡con la esperanza de no ser castigado!

Estos son solo algunos ejemplos entre muchos de todo lo que nos ofrece el “fuera de cámara” de las cámaras, la experiencia real que nada puede reemplazar. Tantas razones para no conformarse con una sola padel virtual en la pantalla chica, sino venir y admirar la padel “más grande que la vida” que nos ofrecen los mejores jugadores con motivo de los grandes eventos de este deporte.

Después de 40 años de tenis, Jérôme cae en la olla de padel en 2018. Desde entonces, piensa en ello todas las mañanas mientras se afeita ... ¡pero nunca se afeita pala en mano! Periodista en Alsacia, no tiene otra ambición que compartir su pasión contigo, ya sea que hables francés, italiano, español o inglés.